El Argar musical da sus primeros pasos en Antas

 El Argar musical da sus primeros pasos en Antas

El padre de la mezzosoprano es el pintor hiperrealista suizo Rudolf Häsler que residió en Mojácar y Carboneras. “Es un viaje de ida y vuelta porque mi abuelo materno, Bartolomé Soler Martínez, ingeniero de caminos, fue alcalde de Antas, antes y después de la Guerra Civil”. Con Häsler Soler me cité en una tarde agradable en Era del Lugar, junto al escenario de las fiestas patronales, en cafetería Leo, otro punto de encuentro de Antas. Se encuentra en Antas restaurando la casa familiar en la calle del Carmen, junto a la de Celia Viñas. Aprovecha para realizar gestiones en Diputación, ayuntamientos de Huércal Overa, Mojácar y Antas. “Es la ilusión de mi vida. Quiero hacer algo en la gran metrópoli de mi infancia, mis raíces y por eso deseo con toda mi alma cantar en El Argar, frente a mi casa, cuyos cimientos tienen piedras de origen argárico y continuar implicando a las provincias de El Argar, Murcia, Granada, Jaén, Alicante y Almería”. Da gusto conversar con una persona con una gran tormenta de ideas culturales que muestra pasión por Antas y sus vecinos. A la periodista Marta Rodríguez, autora de “Cuando fui naufraga. Diario de una cuarentena”, le confesó los escenarios y conciertos que más le han llamado la atención: “Son muchos los escenarios, es difícil quedarse con uno: la Ópera Estatal de Baviera, el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, el Teatro Real de Madrid… Puedo mencionar obras que importantes compositores han escrito para mí: ‘Canciones del Saber y de El Sentir’ de Juan José Falcón Sanabria y ‘Ciego de amor’ de Antón García Abril, entre otras”. 

La pandemia y sus consecuencias deja para más adelante el sueño de un gran concierto musical en plena cultura del vaso campaniforme, El Argar, la cultura en la Edad del Bronce y que abarca a todo el sureste español. “Deseo que no solo quede en conciertos anuales sino impulsar una escuela para formar y lanzar a jóvenes estrellas de la lírica”.

Infancia en Mojácar

La cantante lírica rememora su infancia en Mojácar, ciudad a la que llegó con tres años, procedente de La Habana. Tuvo la oportunidad de mantener con contactos con su familia granadina. Confiesa que le fascinaba la ilusión que desprendía su padre escuchando a los indalianos encabezados por Jesús de Perceval y más adelante los veranos de los grandes del arte que se asomaron por Mojácar como el prestigioso catedrático de la Universidad Complutense e historiador Antonio Bonet Correa y su hijo Juan Manuel Bonet, exdirector del Reina Sofía y del Instituto Cervantes. 

La artista, nacida en La Habana, con tres años, se mudó con sus padres a Mojácar, viviendo primero en una casa, junto a la iglesia y posteriormente residió, cerca del antiguo hotel Indalo de la plaza, el gran punto de encuentro de los mojaqueros y turistas. Actualmente reside en San Cugat del Vallés (Barcelona) “Hace un año, encontré un artículo tuyo”, me aclara, “sobre Mojacar y las personalidades que vivieron ahí desde finales de los 60, artistas, intelectuales, el torero Antonio Bienvenida, buenos amigos personales nuestros y en la preciosa foto que publicaste de los Bonet aparece a la derecha mi padre, Rudolf Häler, un artista internacional considerado como uno de los precursores del Hiperrealismo, el género de pintura y escultura que se asemeja a la fotografía, junto con Ralph Going o Richard Estes. Y quien realizó importantes trabajos y obras durante todo ese periodo en Almería, entre ellas un mural que le encargó Roberto Puig (arquitecto del Hotel Mojácar) que ideó mi padre y realizó con restos de materiales naturales y con un trozo de ala auténtica del avión de Palomares, que cogieron con sus propias manos. Mural que estuvo en el antiguo Hotel Mojacar. Hay un gran desconocimiento sobre esta autoría, pues encontré una imagen del mural en un libro en el que pone que es un mural de Roberto”. Este periodista, en etapa adolescente, contempló dicha obra, impresionante, porque en ese hotel trabajó como recepcionista mi hermano Andrés y me permitió en algunas ocasiones dormir en el sofá, tras mis noches de fiesta juvenil en aquella Mojácar multicultural.

Rudolf Häler (Interlaken, Berna, Suiza-San Cugat del Vallés, 1999) vivió y trabajó a caballo entre países muy indiferentes, fue injustamente olvidado, según el documental de Enrique Ros emitido el 5 de abril de 2002 en la serie Imprescindibles de La 2 de TVE. Su pintura, cuya precisión recuerda la de los maestros flamencos, se ocupa especialmente de los temas urbanos y los paisajes. Su obra fue objeto de varias exposiciones en España, especialmente en la capital catalana, sobre todo las del palacio de la Virreina en 1982, en la capilla de Santa Águeda (1989) y expuso en el Palau Güell, según la información de Luís Vázquez para El País. Anteriormente, vivió en Cuba durante el periodo 1957-1969. Participó en la transformación del artesanado en toda una industria nacional y hasta llegó a ocupar el puesto de director nacional del Artesanado, dependiente del Gobierno castrista. Se familiarizó con la pintura mural en México, al lado de David Alfaro Siqueiros. Y en sus comienzos efectuó muchos viajes de estudio a Holanda, Bélgica, Francia y Gran Bretaña, antes de instalarse durante un cierto tiempo en el desierto argelino.

Al margen de querer unir arqueología y música en el Levante almeriense con su próximo concierto en el escenario natural de El Argar, Ana Häsler Soler ultima sus próximos conciertos. “Estoy ilusionada intervenir en el recital Mis raíces, un viaje a la luz, previsto para el mes de noviembre en Cádiz”. La mezzosoprano tiene tres hermanos ligados a la cultura.

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