Pintura y música para el cartel de la III edición del Festival ‘El Argar Musical’
- La ilustración del cartel es obra del pintor suizo Rudolf Häsler y retrata un arco de Mojácar
La mezzosoprano Ana Häsler abrirá la tercera edición del festival El Argar Musical el próximo 18 de julio en el Teatro Cervantes de Almería con un recital de voz y piano enteramente dedicado a las canciones y cuplés de José Padilla que contará con el acompañamiento al piano de Antonio López Serrano. Será la primera de las actividades que El Argar Musical va a programar en honor al ilustre compositor nacido en Almería, y el elenco de artistas invitados a la ruta argárica de este festival aguarda grandes voces de la Lírica de nuestro país como Aquiles Machado, Andrés del Pino y Juan de Dios Mateos, entre otras actividades con fines educativos y sociales.
La ilustración del cartel es una obra de 1969 del pintor suizo Rudolf Häsler y retrata el arco que aún existía en Mojácar a finales de los años sesenta. El cuadro de uno de los máximos referentes del Nuevo Realismo Contemporáneo, que residió y pintó a lo largo y ancho de cuatro continentes, se distingue por su perfección compositiva y su magia, que reflejan un realismo fusionado con elementos cubistas y metafísicos, características propias del estilo de Häsler en esa época.
Cabe destacar que el cartel de este evento único en el mundo para la difusión de la música clásica en los pueblos de la cultura argárica también rindió homenaje el año pasado a la obra de Häsler, presentando un dibujo de las cuevas de El Argar. Este año, la elección del arco de Mojácar continúa con la tradición de celebrar la rica herencia cultural y artística de la región, añadiendo una dimensión visual que complementa la experiencia musical del festival.
Rudolf Häsler pasó, junto con su esposa e hijos, dos años en la provincia de Almería entre 1968 y 1970. Nada más llegar, quedó fascinado por “un lugar fuera del ruido y de las prisas del mundo, detenido en el tiempo; un paisaje de vegetación verde esmeralda en medio de una tierra violeta rosada, amarillo de Nápoles y ocre dorado, de azul de porcelana en las distantes sierras y bajo un impecable cielo azul”, donde – de nuevo en sus propias poéticas palabras -, vivió “un periodo de incesante felicidad personal y plenitud pictórica, pues allí el espíritu se apaciguó y volvió a la calma.”
Rudolf Häsler pintó las interminables playas, entonces todavía desiertas, desde Mojácar hasta el Cabo de Gata, pespunteadas de multicolores barcas de pescadores. Pero también sucumbió al “embrujo moruno” de la arquitectura mojaquera, cúbica y encalada, que tanto le recordaba a la del Norte de África, donde había residido varios años anteriormente.
Fuente: www.diariodealmeria.es